El casco romano ha sido conocido desde siempre por ser uno de los cascos más llamativos estéticamente. El modelo que está en la mente de la mayoría cuando piensan en un casco romano llevaba penachos de crin en la parte superior y tenían grabados a lo largo de todo el casco, de modo que eran auténticas obras de arte
Poco a poco se le añadieron protecciones para la cara y la parte posterior del cuello y también para los hombros. Dependiendo de cada época y funcionalidad estos han sido los diferentes tipos de cascos:
El Montefortino, con una extensión en la parte posterior para proteger la nuca y en la parte superior llevaba el penacho sujeto en un soporte, muy similar al típico casco espartano
El Coolus, de forma esférica, con un refuerzo en la parte frontal, y muy protegido en la parte posterior
El casco gálico imperial, visto en muchísimas películas, con protecciones para las orejas
Las crestas eran generalmente de color rojo y los centuriones las llevaban en horizontal, para diferenciarse de los legionarios que las llevavan en vertical